El Papa Francisco y las comparaciones desatinadas

¿El Papa Francisco es más humilde que el Papa Benedicto XVI? ¿Benedicto XVI es más inteligente que Francisco? ¿Francisco es más cercano o amable que Benedicto XVI? ¿Benedicto XVI pasará a la historia como doctor de la Iglesia y Francisco tendrá que “conformarse” con “oler a oveja” y no brillar por su intelecto?… Y así podríamos seguir ad infinitum con las preguntas y las comparaciones que, creo, no vienen al caso. Permítanme explicar el punto.

Hay un dicho que dice que “las comparaciones son odiosas” y en cuanto a los Papas creo que “cae bastante a pelo”, como decimos en Perú, para señalar que algo es bastante preciso. Creo además que los católicos nos debemos poner a pensar en serio el asunto por una cuestión de caridad.

Tengo un pariente que me decía con frecuencia que para él el Papa siempre ha sido y será Juan Pablo II, que él no “sintió” nunca a Benedicto XVI, que no le parecía alguien cercano o alegre y era muy serio porque era alemán.

Yo pude ver a Benedicto XVI de cerca en tres ocasiones muy concretas. En Aparecida, en Brasil, cuando fue a las “Facendas de esperanza” y abrazó a un grupo de niños… y me conmovió verlo feliz de la vida con estos pequeños que estaban en la gloria junto al Papa, junto al “dulce Cristo en la tierra”, como llaman algunos al Sucesor de Pedro.

Pude verlo también en México, en el aeropuerto de Guanajuato. Cuando buena parte de la gente ya se estaba yendo porque la ceremonia de recepción había terminado, después de unas 12 horas de vuelo desde Roma, apenas bajado del avión y luego de caminar unos 500 metros, Benedicto XVI saludó uno por uno con mucho cariño a un grupo más o menos grande de niños con discapacidad que sonreían ante él.

La sonrisa de Benedicto XVI también se me ha quedado grabada de cuando aguantó bajo la lluvia en Madrid, con los dos millones de jóvenes en el aeródromo de Cuatro Vientos, cuando miraba con dulzura a todos los que estábamos allí e improvisó una reflexión magnífica sobre la vida cristiana como una aventura, una aventura que es posible vivir solo con Cristo.

Como ya ha dicho nuestro director en alguno de sus puntos de vista es posible que Benedicto pase a la historia como doctor de la Iglesia… y acaso ¿no podría serlo también Juan Pablo II o Francisco?

El Papa polaco fue el gran impulsor del Catecismo de la Iglesia Católica, impulsor del nuevo Código de Derecho Canónico, autor de encíclicas brillantes y profundas como la Veritatis Splendor (que aunque he leído siempre me sobrepasó por su altísimo nivel filosófico) y muchísimas cosas más que sería demasiado largo enumerar. No por nada más de uno sugiere que cuando lo canonicen ya no sean Juan Pablo II sino Juan Pablo Magno, con lo que estoy de acuerdo, por cierto.

En Argentina pude conversar con más de uno que resaltó, antes que nada, el intenso aspecto intelectual del Papa Francisco, que pocos conocen y del que pocos hablan. Este Papa no es solo un Papa de la gente o de las villas, también es un hombre que ha sabido nutrirse bien en este aspecto y que tiene una memoria prodigiosa. Y ya ha anunciado dos encíclicas que prometen.

De él se ha dicho mucho en estos primeros meses de pontificado. Y muchos, lamentablemente también algunos católicos, han creído que en algunos aspectos “ha superado a Benedicto XVI”. ¿Es así?

Yo quisiera responder con una de las cosas que me dijo en Argentina un sacerdote jesuita con 92 años a cuestas, quien pese a apoyar algunas cosas que no están muy de acuerdo con la doctrina, es lo suficientemente sabio para reconocer esto que les comparto ahora.

“Yo sí creo que el Papa Bergoglio es el Papa que la Iglesia necesita ahora. No me queda duda al respecto”, me dijo.

Y eso creo que es exactamente lo que los católicos debemos comprender. El Espíritu Santo, la acción de Dios a través de los cardenales en el Cónclave, nos regala a la Iglesia al Papa que necesitamos: con sus dones, sus debilidades, sus fortalezas, con todas sus cosas.

El Santo Padre es un regalo para todos los católicos, para todo el mundo. Comenzar a compararlos sin seriedad o con poca agudeza me parece no solo mezquino sino irrespetuoso.

¿Francisco es más humilde que Benedicto por no usar zapatos de marca? ¿Y esa noticia de que Francisco no quería “el trono papal” sino un sillón blanco… un sillón que usó muchas veces Benedicto?

¿Y qué me dicen de esa “brutal” muestra de humildad de Benedicto XVI que fue reconocer que ya no era capaz de ser Papa y que debía renunciar? Ya quisiera ver a varios de los que lo critican reconocer que ya no les da las fuerzas para hacer algo…

¡No más comparaciones insensatas, no más! Cada uno es como es y cada Papa brillará por donde Dios quiera que brille. Igual que los grandes santos de la Iglesia que en un momento concreto de la historia –con unas circunstancias y en medio de un ambiente único y específico– le dieron una riqueza que nadie más, aparte de ellos, podía regalarle al mundo.

(Walter Sanchez Silva)