Amparar a un niño.
Si Jesús promete grandes premios a quienes socorran a quienes están necesitados, ¡cuánto mayor premio dará a quien ampare a un pequeño, a un niño desamparado material o moralmente!
Porque los niños son los predilectos del Señor, y los ángeles de los niños están constantemente viendo el rostro de Dios en el Cielo. Por eso lo que hacemos de bueno o malo a un niño, será premiado o castigado inmediatamente por Dios, que lo ve todo y que recuerda lo que se hizo en bien o en mal de una de sus criaturas.
Ya lo ha dicho el Señor en el Evangelio que quien recibe a un niño en su Nombre, lo recibe a Él mismo. Y recibir a un niño no sólo quiere decir darle un alojamiento y comida, sino también Jesús se refiere a ese otro alojamiento y comida significados por el amparo moral de los pequeños. Cuando un niño está desamparado o en grave peligro moral, ya sea porque sus padres se han separado, o está sometido a una situación de escándalo, si nosotros lo amparamos con la oración, el cariño, la guía y haciéndolos reír y olvidar un poco la triste realidad a la que está sometida su vida, entonces Jesús, que es Dios, nos dará un premio tan grande que seremos felices ya desde este mundo, porque no hay nada que llene más el corazón del hombre, que el sentirse amados por el Señor, y el saber que estamos haciendo lo que a Él le agrada, y que estamos haciendo el bien.
Jesús, en Vos confío.