El mundo se aleja cada vez más de Dios. Pero sabemos que no hay términos medios, pues o se está con Dios, o necesariamente se está con el demonio. Si el mundo se está alejando pavorosamente cada vez más de Dios, es porque ya está en manos del Maligno. Y el demonio hará todo lo posible para no dejar escapar lo que cree su presa segura.
Por eso tenemos que prepararnos con oración y penitencia, ya que se acercan momentos muy difíciles para la humanidad, momentos en que Dios quitará a la humanidad la venda que cubre sus ojos y ella se convertirá al Señor. Pero esto no lo quiere Satanás, y hará todo lo posible para no dejar actuar a Dios y a sus elegidos. Nosotros somos los elegidos por Dios para hacer volver a los hombres al camino del bien. Cada uno en su puesto importante o humilde, tiene el deber de encauzar todo hacia Dios. Cada uno de nosotros tiene un puesto insustituible en la vuelta del mundo a Dios. Por eso no debemos dejar pasar este tiempo de relativa paz, para trabajar por nuestra conversión personal, y hacer lo mismo por la conversión de los que tenemos cerca y de todo el mundo.
Y si los demás no quieren convertirse a pesar de que les anunciamos que así lo hagan, al menos nosotros convirtámonos y sigamos el camino del Señor. Porque nosotros sí sabemos cómo son las cosas, y si algunos no quieren seguirnos allá ellos, pero nosotros tenemos que hacer lo que sabemos es lo correcto, y perseverar hasta el fin.