Enséñame a ser misericordioso.
Jesús Misericordioso enséñame a ser misericordioso como Tú, porque sé muy bien que yo necesito de tu misericordia para salvarme, y no la obtendré si no la practico con mis hermanos. Dame la gracia de no juzgar jamás a mis prójimos, pues hay tantos motivos porque las almas actúan de una u otra forma, y a veces ni ellas mismas se entienden, ¿y pretendo entenderlas yo, que tampoco a veces me entiendo a mí mismo?
Señor, ten compasión de mí y te prometo a partir de hoy que ya no juzgaré ni condenaré a nadie, porque de esa forma escapo a tu juicio, ya que Tú mismo has prometido en el Evangelio que si no juzgamos, tampoco seremos juzgados por Ti. ¡Qué hermosa promesa, Señor, y es para mí y para todo el que quiera hacer el propósito de no condenar a los hermanos!
En el Cielo nos sorprenderemos mucho al ver a grandes pecadores que gozan de tu presencia, y en cambio nos extrañaremos de la ausencia de personas que creíamos que eran muy practicantes, pero que veremos de lejos en el foso infernal.
Jesús, ayúdame a ser bueno con todos, sin despreciar a ninguno, perdonando de corazón a todos y haciendo el bien a mis hermanos, puesto que en esto consiste el ser cristiano, en amar y demostrar ese amor a todos.
No sea cosa que el que yo creo que es muy pecador y está alejado de Ti, un día me adelante en el camino del bien, y lo vea muy alto en la gloria celestial. Mejor enséñame a compadecer a todos porque la historia se escribe al final, y muchos que quisieron entrar por la puerta estrecha, no lo lograron. ¡Que yo no vaya a ser uno de ellos! ¡Por misericordia te lo pido, dulce Jesús!