Enfermo.
Querido Niño Jesús alíviame cuando estoy enfermo, pues me siento abandonado por Dios y sufro mucho. Ten compasión de mí, especialmente en esos momentos en que de una u otra manera estoy enfermo, y pasa tu manito sobre mi corazón y mi cabeza, para aliviar mi fiebre o mi dolencia de cualquier clase que sea.
Yo sé que Tú, Divino Niño, estás cerca de mi lecho de dolor, cuando estoy imposibilitado de levantarme y hacer vida normal, porque eres un Niño todo compasión, pues eres el mismo Dios, y sabes por experiencia lo que significa sufrir.
¡Qué lindo es tener tu auxilio, Divino Niño Jesús, que estás siempre a nuestra disposición, pues tu alegría como Dios es estar junto a los hijos de los hombres, como lo dice la Escritura!
Jesús Infante, ten compasión de mí que estoy enfermo, y de cuantos también sufren en mi familia y entre mis seres queridos. Ve al lado de su lecho de dolor y consuélalos con tu amor y tu alegría de Niño Dios, para que tengan una luz de esperanza en el corazón, y no se desanimen en el camino de la vida, camino que se hace a veces muy difícil cuando uno está afectado por la enfermedad y el sufrimiento.
La verdad que pensándolo bien, me convendría estar enfermo, pues Tú, Divino Niño, tienes predilección por los que sufren y dan ganas de ponerse enfermo con tal de tener tus consuelos maravillosos.
Pequeño Jesús, consuela especialmente a los niños enfermos. ¡Pobrecillos! Ya desde tierna edad deben experimentar las consecuencias del pecado, pues eso es la enfermedad. Alívialos a ellos y a sus padres, en especial a las madres, porque una madre no se puede resignar a ver sufrir a su hijito, y Tú sabes bien esto por experiencia, porque has visto, desde la Cruz, sufrir a tu bendita Madre.