Docenario Guadalupano
Por el padre Joaquín Gallo Reynoso, sacerdote jesuita
Inspirados en el ejemplo de entrega de la Madre de Dios, todo católico puede comprometerse con Jesús y luchar por un país más digno
El Reinado de Cristo y Santa María de Guadalupe.
Estamos en el último mes del Año de la Fe. Muchas cosas, muchas experiencias tendremos en el corazón que hemos de asimilar y asumir desde nuestra fe: cambios en las situaciones personales, en las relaciones con otras personas, la salud, los desastres en México, los reacomodos políticos, los movimientos de los maestros, tanta violencia y tantas muertes y en un país que se dice cristiano-católico en su mayoría.
Como nación, hemos de revisar cómo están los procesos de Evangelización en nuestro país que no están dando resultados. ¿Cómo nos situamos ahora en este mismo país en donde tantos dieron su vida por Cristo Rey y hoy no somos capaces ni de educar a las nuevas generaciones aun en cosas pequeñas?
Reflexionemos hoy, ayudados por nuestra Madre y Reina, sobre estas cosas para que nos dispongamos a proclamar, en verdad, el 24 de este mes, Fiesta de Cristo Rey, en que termina el Año de la Fe, que nos honramos de ser sus súbditos y que nos queremos comprometer con Él, con la ayuda de nuestra Madre, para hacer un país más digno para todos inspirados en Él y en nuestra Madre. ¡Felicidades por tener tal rey y tal reina!
Hoy será una sesión o un docenario muy especial por tratarse del final del Año de la Fe y de la fiesta del Señor. Las consideraciones son un poco más largas y los textos Bíblico los incluyo en cada consideración para que sea más rico el contenido. Háganlo con reposo, con mucho tiempo y repítanlo con familiares y amig@s el mismo Domingo de Cristo Rey.
Primera consideración: El Verbo-Palabra de Dios se hace carne en María; es constituido como Señor universal desde ese momento y aparece vivo entre nosotros. (Lc. 1, 26-38 y/o 2, 1-20). Otras lecturas: Salmo 67 (66); Hebreos 1, 1-4
Contemplemos a María; aprendamos de Ella a estar dispuestos a colaborar con Dios y a dar vueltas en nuestro corazón a todo lo que hemos recibido de Él para agradecérselo. Mientras rezamos las Ave Marías vayamos pensando en esto y en lo que leímos.Jaculatoria.- Guía: Señor Jesús: Tú que eres nuestro Camino, Verdad y Vida. Todos: Enséñanos a vivir, a amar y a servir como Tú.
Segunda consideración: Jesús el Señor vive oculto durante muchos años, sufre tentaciones como nosotros y ejerce su reinado sirviendo a su familia, amigos, vecinos, enemigos. (Lc. 2, 51-52; Mt 13, 54-58; Lc. 4, 1-13 ; Salmo 90(89) Ef.2,14-22). Pidámosle al Señor que nos enseñe a vivir como Él. Recemos y pensemos mientras tanto para sacar fruto.
Tercera consideración: El Señor Jesús vivió su ministerio apostólico en el servicio a su pueblo; lo animó, lo corrigió, lo sanó, lo educó en la fe y el amor y lo fue haciendo su iglesia con la fuerza del Espíritu Santo para la gloria del Padre.
Veamos cómo Jesús se hizo servidor de todos voluntariamente. (Mc. 1, 14-45; Mt. 5, 1-12; Jn. 13, 1-17 y 34-35) Salmo 90 (89); Ef. 2, 14-22 Guía: Sintamos cómo Jesús nos ha ido educando, sanando, convirtiendo en nuestra propia historia a cada uno de nosotros. Démosle gracias mientras rezamos la decena por todo el bien que nos ha hecho
Cuarta consideración: El Señor Jesús padeció y murió para redimirnos y darnos la vida en abundancia; fue entregado por nuestros pecados y glorificado en la cruz; desde ella nos atrae ahora a todos hacia Él. (Mc. 15, 15-20; Lc. 23, 26-49; Jn. 19, 25-37;Salmo 90 (89); Ef. 2, 14-22
Vamos a considerar ahora cómo Cristo el Señor, para darnos vida eterna, vida en el gozo e intimidad de la Trinidad, de María, de los Ángeles y Santos fue a Jerusalén no obstante que sabía que lo matarían. Allí padeció en Su carne y en Su espíritu lo que nadie; fue dolor auténtico de Dios. Acompañemos a nuestro Rey y Señor en Su pasión; recordemos los momentos principales y agradezcámosle que con tanto amor y heroísmo haya dado su vida por cada uno de nosotros. Sintamos en nuestro interior, como si estuviéramos en Jerusalén, la impotencia, el dolor de no poder hacer ya nada por Jesús. Guardemos en el corazón este testimonio de su amor por nosotros.
Contemplemos a María, nuestra Madre, llena de dolor, que junto a la cruz padeció por nosotros. Ella, la reina humilde, está al pie de la cruz de su hijo, rey del universo, en el momento supremo de su entrega. Démosle gracias a los dos por su entrega total a nosotros. Recemos ahora las Ave Marías.
Quinta consideración: Jesús es proclamado Señor universal con su resurrección. Este triunfo trajo consigo el de María como reina, cuyo reinado lo extendió Dios de manera sorprendente en el Acontecimiento Guadalupano.
El triunfo de Jesús, es el triunfo definitivo de Dios sobre el mal, el dolor, la muerte, el pecado. Con esto se nos abre a todos la esperanza de llegar a participar de la misma gloria de Jesús con el Padre, con el Espíritu Santo, con María y todos los Bienaventurados. Escuchemos alguno de los relatos de la resurrección. (Jn. 20, 1-18; Jn. 21, 1-20; Mt. 28, 16-20; Salmo 90 (89) y Ef. 2, 14-22 Celebremos el triunfo de Cristo Resucitado, Señor de la historia. El acontecimiento definitivo de nuestra fe es la resurrección del Señor. A partir de ésta la Iglesia va a ser constituida como la prolongadora en el tiempo de la salvación realizada por Cristo. Contemplemos al Señor lleno de gloria. Extasiémonos viendo Su cuerpo glorioso, Su mirada triunfadora, Sus manos en actitud de acoger con amor a tod@s. El es el triunfador definitivo de la historia que nos invita a colaborar con El para hacer un mundo mejor para tod@s; es el que nos da Su Espíritu Santo para que seamos la familia y pueblo de Dios que el Padre Dios quiere que formemos ya en esta tierra. Contemplemos a nuestra Madre en el Tepeyac. Cómo se le manifiesta a Juan Diego llena de gloria; cómo él se queda extasiado ante Su belleza y cómo hasta la creación se torna bellísima en torno a Ella. Disfrutemos la presencia de nuestra Madre y pidámosle que nos siga acompañando para que aumentemos nuestra Fe en Su Hijo, en el Padre, en el Espíritu Santo, en Ella misma y en la Iglesia, depositaria de tantos dones que nos ha regalado nuestro Dios, gracias al Señor Jesús, Cristo, el Rey y Señor del universo. Para terminar leamos y gocemos unos párrafos del Nican Mopohua (6-23,164-184 y 198-208).Citas del Concilio Vaticano II.- Constitución Dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium) La luz de los pueblos.- #3, 5,35(4) y 36.Termino estas participaciones del Año de la Fe con el siguiente párrafo del número 35, al final, dedicado a los laicos católicos.”.es necesario que todos contribuyan a la dilatación y crecimiento del Reino de Dios en el mundo. Por ello, dedíquense los laicos a un conocimiento más profundo de la verdad revelada y pidan a Dios con insistencia el don de la sabiduría.”Con Santa María de Guadalupe proclamamos la Fe en Cristo Rey de la Iglesia y del mundo Para la gloria de Cristo Rey y de Santa María de Guadalupe