Señor Crucificado y resucitado; enseñanos a afrontar los hechos de la vida cotidiana, a fin de que podamos vivir, dentro de una mas grande plenitud.
Tu acogiste humilde y pacientemente los fracasos de tu vida que te llevaron hasta los sufrimientos de tu crucifixión; ayudanos a vivir las penas y las luchas que nos trae cada día como occasion para crecer y para asemejarnos mas a ti.
Haznos capaces de mirar esas pruebas con valentía y mansedumbre, llenos de confianza, porque tu nos sostienes; permitenos comprender que no llegaremos a la plenitud de la vida, si no morimos sin cesar a nosotros mismos, a nuestros deseos egoístas; porque solamente si morimos contigo podremos resucitar contigo.
Que nada de ahora en adelante, nos haga sufrir o llorar al grado de olvidar la alegría de tu resurrección !
Tu eres el sol que resplandece del Padre; tu eres la esperanza de la eterna felicidad; tu eres el fuego del amor que incendia nuestros corazones.
Que la alegría de Jesús sea nuestra fuerza, que sea entre nosotros lazo de paz, de unidad y de amor. Amen.