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General: CUATRO CLASES DE PERDÓN
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Carlitos Bar  (Mensaje original) Enviado: 26/10/2014 02:24
 

 

 


Cuatro Clases De Perdón

 

Es gratis y... ¡nadie lo pide!

El perdón es la medicina adecuada, la solución, el sentido de la vida, 

lo que andaba buscando, lo que más necesitaba.


Pues bien, hay por ahí arrumbado en las sacristías un Sacramento que se llama el 

"Sacramento del Perdón". Y se da gratis, no cuesta nada, pero la gente ya casi no lo pide.

Yo quisiera decir que la confesión es un encuentro con Dios. Un encuentro auténtico con 

Él, no deja igual, ¡transforma!.

Así como los encuentros de la Samaritana, de Zaqueo, de Pablo, etc., en esos encuentros

hay un algo que hacer saltar la chispa de sentir a Dios como la medicina adecuada, 

la solución, el sentido de la vida, el que andaba buscando, lo que más necesitaba. 

La medicina toca en la llaga abierta, pero no para abrirla más, sino para curarla.

El pecador ante Dios no se siente descubierto, sino perdonado. Ante Cristo Crucificado

el pecador no debe sentir vergüenza sino amor. La confesión es un encuentro peculiar:

la miseria choca con la misericordia, el pecador y el redentor se abrazan, 

el hijo pródigo y el padre se vuelven a encontrar. Pero; ¡qué manía de confesarse 

con el hombre y no con Dios! 

Porque las sogas que me atan son de esta estopa: ¿Qué va a pensar el Padre?, el hombre? 

El Padre no piensa nada, no debe de pensar nada. ¿Cómo le digo esto sin descomponerme? 

No me atrevo, mañana me confieso, para lo mismo responder mañana.

Y, ¡qué manía de confesarse consigo mismo!: "He fallado, he caído muy bajo, muy hondo,

¡qué vergüenza!", ¿Para qué me confieso otra vez si voy a volver a fallar? 

Te confiesas tú mismo ante tu orgullo herido, que supura rabia, desesperanza, 

porque no acepta ser un pecador más, de los que tienen que llorar y arrepentirse como todos.

Confesarse con Dios es mejor que confesarse con el hombre o consigo mismo. 

Duele, ¡sí!, pero ese dolor es de otra clase, duele haber herido un amor, haber ofendido 

a un Padre, haber roto una amistad. Dolor redentor y humilde que cura, que trae la paz de Dios.

¡Confiésate con Él!, dile tus pecados. Llórale a Dios tu arrepentimiento. 

Prométele que vas a cambiar, que vas a levantarte de nuevo. 

Cuando te confiesas sube la cuesta del Calvario y plántate delante de ese gran 

Cristo Crucificado, sangrante, que está muriendo por ti. Ahí, ante ese Cristo

¡confiésate!. Cuéntale, llórale tus pecados y a Él pídele perdón.

El encuentro con el hombre provoca vergüenza, el encuentro con uno mismo provoca

orgullo herido y la desesperación, el encuentro con Cristo Crucificado produce la paz del perdón.

Hoy haz una cita con el Redentor. Soy el hijo pródigo, me siento pecador, no necesito

inventar pecados, ahí están, son muchos, llevan mi nombre, 

pero el perdón de Dios es infinitamente mayor. 


Cristo perdona siempre y con mucho gusto. Ahí encontrarás siempre al mismo

Dios con el perdón en la mano y en el corazón, un perdón siempre del tamaño del pecado.

A Cristo le gusta, le fascina perdonar. Con terminología humana podríamos decir,

que se siente realizado perdonando, perdonándote a ti y a mí. 

Se trata de un encuentrocon Dios muy especial. 


El médico que va con el enfermo sabe muy bien qué medicina recetarle, tiene 

medicina para todos los males; las hay dulces, las hay pequeñas, las hay grandes,

hay medicinas para todos los males. 
La verdad es que cuando uno se confiesa bien, se siente curado. Es el encuentro 

del hombre cansado y triste con Dios Omnipotente que restaura sus fuerzas. 

Hay en la penitencia vitaminas para la tristeza y el cansancio, males de 

quien diariamente debe recorrer un largo camino.

La verdad es que la confesión restaura esas fuerzas y nos brinda paz, 

es el encuentro del amigo que ha fallado a la amistad con el Amigo, con Cristo, con Dios,

con ese Padre misericordioso que siempre trae en las manos algo para ti. 

La confesión frecuente reafirma mi amistad con Dios, con el Cristo de mis días 

felices y mis grandes momentos. Por eso, si al confesarme me asiste un poco de fe como un 

grano de mostaza, debería ser un encuentro regocijante y un gran acontecimiento cada vez.

La forma mejor de confesarse es hacerlo a la puerta del infierno para llenarnos 

de susto o frente a un crucifijo para llenarnos de amor.

P. Mariano de Blas LC

 

Con Cariño Y Mucho Amor!!

Carlitos  



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: veroalex Enviado: 26/10/2014 02:27


 
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