La tendencia que nos cobija,es juzgar rápidamente sin preguntar,a condenar muchas veces sin indagar bien las causas o motivos que alguien tuvo para actuar,a descalificar a las personas porque veremos que no tienen la calificación para hablar o proceder,a ser jueces implacables de nuestros hermanos sin tener en cuenta la misericordia y sin preguntar antes de hacerlo.
Con frecuencia juzgamos sin misericordia,repudiamos,lanzamos palabras descalificares y nos apartamos del sacerdote,del amigo,de nuestros hijos,de nuestros padres,de nuestros jefes,de nuestros compañeros de trabajo,de nuestra pareja,del director de la comunidad,del socio y de muchas personas,sin haberles preguntado antes.
Nos ahorraríamos muchos disgustos y divisiones si estableciéramos en nosotros el hábito del diálogo,antes de juzgar.
Tener una incertidumbre o una duda no se debe juzgar, lanzar sentencias y tomar medidas frente a una persona,de ello Dios nos pedirá cuentas a nosotros.
Necesitamos una mirada un poco mas madura mas misericordiosa para poder darle una lectura acertada a los acontecimientos que enfrentamos con diferentes personas.
Con frecuencia el maligno nos inflama por medio de chismes y comentarios des enfocados, para que perdamos amistades y nos dividamos,para que amarguemos nuestro corazón y pequemos con nuestra lengua.
" Si tu hermano te hace algo malo,habla con el a solas y hazle reconocer su falta. Si te hace caso,ya has ganado a tu hermano" Mat -8,15
La invitación que nos hace el Señor es hablar primero con el hermano antes de juzgar,y en caso de que sea cierto lo que nos dicen de la persona,entonces lo que debemos hacer es orar por ella y bendecirla,para que Dios envié la gracia de la conversión sobre ella.
Pero en nuestra arrogancia y soberbia nos especializamos en juzgar antes de preguntar y hasta juzgamos a Dios sin conocerle y amarle bien, creyendo que El mismo se equivoca en el proceder con tal o cual situación.
¡NO JUZGUEMOS!
Oremos con misericordia y pronto veremos los resultados.
Padre Santo:
En el Nombre de Jesus,te pedimos perdón por las veces que hemos juzgado por desacreditar con nuestras palabras a algún hermano.
Te pedimos la gracia de la misericordia para que tengamos un corazón amoroso y paciente,un corazón que mira con tus ojos y perdona con tu amor,un corazón atento a tus inspiraciones de conversión y perdón como lo hiciste con la mujer adultera. Amen
Pbro. Álvaro Carrillo Lugo