Quijadas De Amor
"En todos sus días su padre nunca lo había reprendido..
Cuando era niño, en casa teníamos toda clase imaginable de mascotas, desde pececillos de colores hasta conejillos de Indias, gatos y perros; nuestra casa contenía los panoramas, los sonidos y los olores del reino animal.
Una imagen que recuerdo vívidamente es de una mamá gata y sus gatitos. Cuando una de sus juguetonas crías se alejaba demasiado, ella suavemente recogía con los dientes a la bolita de pelo extraviada y la llevaba de nuevo rápidamente junto a sus hermanos.
Sus quijadas de amor impedían que el gatito se convirtiera en juguete para el perro. A veces, esa retirada a dientes enojaba o molestaba al gatito, el cual maullaba su obvio desagrado. Pero la mamá gata seguía llevando a casa a sus gatitos de patas débiles hasta que fueran lo suficientemente mayores como para cuidarse solos.
El cuidado vigilante que aquella gata daba a sus pequeños es similar a la disciplina que los padres deben dar a sus hijos. Cuando somos jóvenes, necesitamos esa protección que nos ayude a ser adultos responsables. Sin ella, nunca desarrollaríamos el dominio propio.
Aparentemente eso fue lo que salió mal con Adonías, el hijo del rey David. En 1 Reyes 1:6 leemos: "En todos sus días su padre nunca lo había reprendido diciéndole: "¿Por qué haces esto?..."
Parece que David descuidó su responsabilidad paterna de disciplinar a su hijo. No lo hacía rendir cuentas. Como resultado de ello Adonías perdió el control. Hasta trató de ocupar el puesto del rey, aunque ya se le había prometido esa posición a su hermano Salomón. Su vida era un desastre porque su crianza no había sido la mejor.
Si tus padres te han amado lo suficiente como para decir No y disciplinarte, tal vez es hora de darles las gracias... y gracias a Dios porque te dio esos padres. Sus "quijadas de amor" eran justo lo que necesitabas para que llegaras al lugar donde estás.
Con Cariño Y Mucho Amor!!
Carlitos
|