REflexiones del alma
La pena llena nuestros corazones cuando un ser querido nos deja, ya sea por muerte o abandono o simplemente mudándose a una nueva ciudad. Pero como tal les sucedió con los discípulos, así es también con nosotros: Para cada final hay un nuevo comienzo. Con cada partida hay un nuevo regalo, porque Dios es generoso y amoroso.
A veces tratamos desesperadamente de aferrarnos a lo que ya está perdido, pero entonces nos perdemos de las nuevas bendiciones maravillosas que Dios quiere darnos.
Dios nos ama tanto que él nunca nos abandona. El viene a nosotros en persona por medio del amor que los demás nos dan, pero cuando él nos quita a esas personas amorosas, aún entonces él no nos abandona.
Nosotros nos despedimos de nuestros familiares y amigos cuando ellos dejan este mundo y pasan a la intimidad eterna con Dios. Nosotros los extrañamos muchísimo, pero ellos se han ido al Padre donde interceden por nosotros con más poder que nunca antes. Ellos están disponibles en cualquier momento. Ellos están completamente libres para servirnos por medio de Dios, sin los impedimentos por los defectos humanos y sin las limitaciones terrenales.
Ningún final es un callejón sin salida. Dios siempre proporciona un nuevo sendero, un nuevo amigo, un nuevo ministerio, una nueva aventura. Para descubrir lo nuevo, tenemos que quitar nuestros ojos de lo viejo. Esto no significa que nos olvidamos de lo viejo.