La Cruz emite poca luz
Domingo quinto de Cuaresma
"En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: - Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó: - Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. (Juan 12,20-33)
El relato de estos griegos que “quieren ver a Jesús”, me recuerda la historia de Nasruddín cuando andaba buscando algo de rodillas en la calle.
“¿Qué andas buscando, Mullah”? “Mi llave. La he perdido”.
Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el vecino:
“¿Dónde la perdiste?”. “¡En casa!”
“¡Santo Dios! Y entonces ¿por qué la buscas aquí?”.
“Porque hay más luz”.
Cuando le dicen a Jesús que hay unos que quieren verle, él respondió: “Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir”.
Jesús no accede a la entrevista que le piden.
Jesús no accede a que le saquen una foto de recuerdo.
Para los que quieran verle de verdad, tendrán que esperar a su muerte.
Será en la Cruz donde podrán verle y reconocerle.
Nasruddin pierde la llave en la cocina y la busca en la calle, porque en la calle hay más luz que en la cocina.
Jesús no remite a la calle. No remite a donde hay más luz. Al contrario, a los que queremos verle, nos remite allí donde menos luz hay.
Jesús remite allí donde más se oscurece humanamente su figura.
Jesús remite allí donde lo divino parece apagarse.
Jesús remite allí donde humanamente menos pareciera revelarse Dios.
En la cruz se apagan las luces.
En la cruz se apaga lo divino.
En la cruz, hasta Dios parece esconder su rostro.
Y sin embargo es, en esa oscuridad de la cruz y de la muerte:
Donde Jesús mejor se revela a sí mismo.
Donde Jesús mejor manifiesta el amor de Dios.
Donde Jesús se identifica con él mismo.
Donde Jesús llega a la plenitud de sí mismo.
Dios se revela y manifiesta donde menos luz hay:
Muchos se pasan la vida buscando a Dios y no lo encuentran.
Los Magos se fueron a Jerusalén pensando que allí habría más luz.
Y sin embargo, sólo pudieron adorarlo en Belén y en un pesebre.
Buscamos a Dios precisamente allí donde Dios no está. Hasta es posible que muchos vayamos al templo para verlo. Y si alguien nos pregunta que hacemos aquí en el templo, posiblemente le digamos que estamos buscando a Dios porque es un lugar sagrado. Y nos olvidamos de que Jesús no nació en el Templo, sino en un pesebre.
¿A quién se le va ocurrir buscar a Dios en un pesebre?
¿A quién se le va ocurrir buscar a Dios colgado de una cruz?
¿A quién se le va ocurrir buscar a Dios en la cárcel?
¿A quién se le va ocurrir buscar a Dios entre los mendigos de cualquier ciudad?
San Pablo, en la Carta a los Filipenses, nos dice que “Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.”.
La cruz emite poca luz sobre Dios, al contrario, “el que cuelga de la cruz tiene la maldición de Dios, es maldito de Dios”.
Y sin embargo, la Cruz es el lugar propio donde encontrarnos con el amor de Dios y la plena manifestación y revelación de Dios. “Y cuando yo sea levantado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí”.
Los pobres, los desnudos, los sedientos, los enfermos, los encarcelados, brillan poco con el brillo de Dios. Y sin embargo, “cada vez que lo hicisteis a uno de estos mis pequeños a mí me lo habéis hecho”.
No busques a Dios donde brilla mucho lo humano. Búscalo en la Cruz que allí podrás verlo.
(Juan Jáuregui Castelo)