El corazón físico controla la vida del cuerpo; lo mismo pasa con el corazón espiritual. Tener un gran corazón significa tener un verdadero tesoro interior.
Es la persona que sabe que tiene mucho y no tiene problemas en compartir con los demás.
Lo primero que hay que aprender es sobre los tesoros internos. ¿Cuánto tengo yo dentro de mí? ¿Qué virtudes, qué cualidades positivas, qué valores poseo?
Este tesoro interno solo se puede hacer crecer cuando se da a los otros.