Obras de Misericordia
Vestir al desnudo.
Siempre hay en nuestro ropero o placard, alguna ropa que ya no usamos y que está en buenas condiciones, y que podemos obsequiársela a un pobre que no tiene vestido. Entonces el cuerpo de ese pobre, la carne de aquel cuerpo hablará a Dios de nosotros, de nuestra caridad, y Dios nos colmará de bendiciones de todo tipo.
Si supiéramos todo lo que recibimos al practicar la misericordia con los hermanos, no dejaríamos pasar ni un solo momento en que no realicemos alguna de las catorce obras de misericordia.
Dios fue el primero que realizó esta obra de vestir al desnudo, pues lo hizo cuando vistió con túnicas a Adán y Eva, después de que cometieron el pecado. Imitemos entonces a Dios, y vistamos a los pobres hombres que están desnudos, con harapos.
Y ojalá seamos lo suficientemente valientes y desprendidos como para dar algo que usamos y que nos gusta, e incluso que es nuestra prenda preferida para salir de paseo o simplemente vestirnos en alguna ocasión especial. Porque aunque a veces parezca como que nos arrancamos un pedazo de carne al dar esa ropa, la obra ante Dios es de un valor casi infinito, y de paso practicamos la santa pobreza y el desprendimiento, que es necesario tener para no estar apegados a esta tierra y a las cosas materiales.
Demos con caridad nuestra ropa, antes de que los ladrones nos las roben y nos quedemos desnudos y sin el mérito de haber practicado la misericordia.
Jesús, en Vos confío.