Para los días tontos
1.En los días tontos hemos de tener cuidado al tomar decisiones.
Evitemos las prisas.
Podríamos equivocarnos.
2. En los días tontos corremos el riesgo de convertir las nimiedades
en verdaderos dramas,
y las insignificancias en auténticos problemas.
3. En los días tontos, en que las cosas nos salen mal,
hemos de vigilar nuestro estado de ánimo,
aceptar el momento bajo,
dar tiempo al tiempo y procurar rehacernos interiormente.
4. No hemos de darle tantas vueltas al día tonto,
ni fijarnos solo en el aspecto negativo.
Hemos de mirar también la parte positiva:
seguro que nos trae una lección, algún bien.
5. En los días aciagos y de aflicción,
no dejemos que nos muerda el pesimismo ni la amargura.
Nos ayudará el tener una fe coherente
y actuar con rectitud de intención.
6. En los días nublados, que no aparece el sol,
hemos de pensar que,
aunque nosotros no lo veamos,
el sol sigue luciendo por encima de las nubes.
Dios no abandona nunca.
7. En los días malos,
en las noches interminables de soledad y de sufrimiento,
nos ayudará mirar al Crucificado.
Él nos dará fuerza y consuelo.
8. En los días negativos y de tribulación
hemos de hacer aflorar la esperanza.
«Con vuestra perseverancia
—nos dice Jesús (Lc 21 19)—,
salvaréis vuestra vida.»
(J. M. Alimbau)