ALEGRIA. Un cristiano alegre es aquel que sabe ver las aristas de la vida menos pronunciadas de lo que, a simple vista, pueden aparentar.
CONSTANCIA. Hacer las cosas por el aplauso es fácil. Lo valioso es realizarlas aún a sabiendas de que no siempre serán reconocidas sino por el mismo Dios.
ESPERANZA. Cuando el mundo es matador de sueños y de ilusiones, el cristiano, se esfuerza por dar la vuelta a situaciones que estaban abocadas al fracaso.
FRATERNIDAD. Frente al individualismo, que todo lo invade y engulle, el creer en Jesús implica avanzar no en solitario y sí con alguien.
TRANSPARENCIA. El engaño es hermano del aparentar lo que uno no es. Mirar al Evangelio es andar por la senda de la verdad con uno mismo y con los demás.
SERENIDAD . El que espera y cree en Jesús encuentra siempre un espacio para pensar, reflexionar las cosas y para que, los nervios, no sean más fuertes que sus decisiones
MIRADA. Creer es disparar los ojos hacia el cielo para ver la realidad de la tierra, y lo que en ella acontece, con los ojos de Dios.
Estas ocho razones se resumen en una palabra: FE
La vida es un camino a seguir, donde hay piedras que escombrar y seguir adelante. No nos deben de detener; son pequeños obstáculos a brincar, siempre hay una solución a todo, y no debemos de lamentarnos. Un obstáculo es simplemente una pequeña piedra, a comparación de la vida misma.