El genio del automóvil, Henry Ford, una vez concibió un plano revolucionario para una nueva clase de motor.
Lo conocemos ahora como el V-8. Ford estaba ansioso de poner esta nueva idea en producción. Puso a algunos hombres a dibujar los planos y los presentó a los ingenieros.
Cuando los ingenieros examinaron los dibujos, uno a uno llegaron a las misma conclusión: su visionario jefe no sabía mucho sobre los principios fundamentales de la ingeniería. Le dijeron con toda amabilidad que su sueño era imposible.
Ford dijo: “Fabríquenlo de cualquier manera”.
Ellos contestaron: “Pero es imposible”.
“Háganlo”, ordenó Ford, “y trabajen hasta que lo logren, no importa cuánto tiempo se requiera”.
Por seis meses lucharon dibujo tras dibujo, diseño tras diseño. Nada. Otros seis meses. Nada. Al fin del año, Ford se reunió con sus ingenieros, y una vez más le dijeron que lo que él quería era imposible. Ford les dijo que continuaran. Continuaron. Y descubrieron cómo construir un motor V-8.
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Ford y sus ingenieros vivían bajo el mismo cielo, pero no tenían el mismo horizonte. John C. Maxwell,
Dios coloca en nuestros Corazones visiones que quizá no concuerden con la de quienes nos rodean, sin embargo no olvidemos que es Él quien la ha puesto allí.