Obras de Misericordia
Orar a Dios por vivos y difuntos.
Esta es una obra de misericordia que cualquiera puede realizar sin ni siquiera salir de su casa, ¡y es tan necesaria! Porque todas las gracias nos vienen de Dios a través de la oración.
Jesús, que era Dios y no tenía necesidad de orar, quiso orar insistentemente, pasar las noches y los días en oración. ¿Nosotros nos creemos superiores a Él? Ya lo dijo el Señor en el Evangelio que el discípulo no es superior al Maestro, por eso tenemos la obligación y la imperiosa necesidad de rezar todos los días, y mucho.
Como decía San Alfonso María de Ligorio: “El que reza se salva, y el que no reza se condena”. Así de simple.
Leamos qué nos dice Santa Faustina Kowalska sobre la oración:
“A través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla. En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar. Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza; tiene que implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario no la alcanzaría; tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse. Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración.” (Diario #146)
Pero, además, con la oración no solo nos beneficiamos nosotros, sino que intercedemos por nuestros seres queridos y por todos los hombres, incluso los que están en el Purgatorio porque ya han muerto. Y las almas purgantes estarán infinitamente agradecidas con nosotros por nuestra oración ofrecida por ellas y nos devolverán una lluvia de gracias y bienes de todas clases.
No perdamos el tiempo inútilmente en pasatiempos frívolos como la televisión, sino usemos el tiempo para rezar más, en especial el Santo Rosario y la coronilla de la Misericordia, y así ayudaremos y llevaremos alivio a innumerables almas que solo en el Cielo conoceremos.
Jesús, en Vos confío.