Hay algo que el Señor nos ha dicho en su Evangelio, que si bien está explícito, no deja de ser un secreto admirable, pues pocos son quienes penetran en esta enseñanza y la llevan a la práctica.
Es lo referido a aquella palabra de Jesús, que es una promesa solemne, que dice: “Bienaventurados los misericordiosos, porque obtendrán misericordia”.
Y qué pena que no llevemos a la práctica este “secreto” que nos haría tanto bien a nosotros y a muchos. Porque todos necesitamos de la misericordia de Dios y de la misericordia de los prójimos. Y si practicamos la misericordia, entonces la obtendremos de Dios y de los hermanos.
Pero también debemos tener un juicio misericordioso, porque también el Señor nos ha dado otro secreto que nos dice que con la medida que midamos, seremos medidos. Así que si medimos misericordiosamente a los demás, también el Señor tendrá una medida misericordiosa para nosotros.
Tendríamos que leer y meditar más el Santo Evangelio, porque si bien no hay escrito nada nuevo en él, siempre encontraremos nuevas enseñanzas y tesoros inagotables de sabiduría y “secretos” que sólo se revelan a quienes profundizan en la Palabra de Dios por medio de la oración y la meditación, asistidos por el Espíritu Santo.
Son cosas que están ahí, pero debemos saber verlas, pues para quien tiene una mirada superficial, no se le revelan estas verdades.
Todos necesitamos de la misericordia de Dios. Y todo esto va unido a aquella palabra de Jesús que nos dice que se perdona mucho, a quien mucho ama. Por eso si tenemos muchos pecados, seamos muy misericordiosos, amemos mucho a Dios y a los hermanos, y nuestra multitud de pecados desparecerán en la Misericordia de Dios.