Tu Santidad.
Jesús, que eres Dios como el Padre y el Espíritu Santo, Tú eres Santo. Los ángeles gritan en tu presencia constantemente: Santo, Santo, Santo. Enséñame a imitarte lo más posible, porque en este mundo que se sumerge cada vez más en el vicio y el pecado, se hace cada día más dificultoso ser santo, ser justo.
Por eso es que quiero acudir a tu Misericordia divina, Jesús mío, puesto que caigo muchas veces y necesito de tu perdón constante.
Sé que si tú no me hubieses perdonado tantas y tantas veces, yo ya estaría en lo profundo del infierno. Pero tu misericordia es infinita y a ella me acojo, y espero, algún día, llegar a ser santo, un poco más parecido a Ti, Santo de los santos, para que estés contento conmigo. Sé que tú me amas igualmente, Jesús Misericordiosísimo, pero eso no quita la obligación que tengo para contigo, de ser santo para agradarte más.
Ayúdame Señor a atraer a todos hacia tu divino corazón, para que los pobres pecadores no tengan miedo de Ti, sino que vengan todos a arrojarse a la fuente de la Misericordia. Que yo, con mis palabras de aliento y consuelo, te traiga muchas almas que andan en las periferias de la existencia, atrapadas por el Maligno, viviendo en pecado y en el desorden. Tú estarás feliz de que yo haga de apóstol, porque sabes muy bien que yo soy sólo uno de los tantos pecadores que, por misericordia tuya Señor, estoy de vuelta en el rebaño. Así también yo tendré mano suave y bondadosa para los pobres pecadores que están lejos de Ti, y los atraeré hacia Ti, para que en el Cielo haya una gran alegría entre tus ángeles.