Quince minutos con el Divino Niño Jesús
Misterio.
¡Qué misterio, Señor, el que Tú, siendo Dios, quisiste hacerte Niño! Es un misterio que sobrepasa toda medida y deja admirados a los hombres y a los ángeles, porque Tú has querido humillarte hasta el punto de necesitar todo de tu Madre, la Virgen, y de tu padre putativo, San José.
¡Qué ejemplo nos das, Señor, a todos los hombres que, en lugar de tratar de ser pequeños y simples, por soberbia siempre queremos ser “grandes” y valernos por nosotros mismos, y no nos damos cuenta que la clave de la santidad está justamente en ser cada vez más como niños y abandonados en Ti.
Por eso a María le gusta tanto la oración del Santo Rosario, porque Ella bien sabe que rezándolo es como nos hacemos pequeños y humildes, y así nos vamos alejando de Satanás, que es orgullo y soberbia.
Niñito Jesús, ten compasión de mí y ayúdame a rezar más el Rosario, porque quiero ser como Tú, simple y humilde, lleno de confianza en tu bendita Madre.
Un deseo tengo en mi corazón, Niño Jesús, y es que en el Cielo yo esté para siempre tomado de tu mano y de la mano de María. Pero en realidad no quiero esperar a llegar al Cielo para gozar de este privilegio, sino que ya te lo pido desde esta tierra. Tomado de la mano de ustedes no tengo miedo ni al mismo Infierno.