Quince minutos con el Divino Niño Jesús
Mi Redentor.
Divino Niño Jesús, tú eres mi Redentor. Te veo así tan pequeñito, pero ya te nacen las heridas de las manos y de los pies, por las que serás suspendido de la Cruz en que me salvas a mí de las manos de Lucifer. Pequeño Señor, ten misericordia de mí. Te amo con todo mi corazón y te doy gracias porque me has redimido, es decir, me has rescatado del poder del mal y me prometes el Cielo. Quiero, con tu ayuda, alcanzar la Felicidad sin fin y sin límites del Paraíso, para estar junto a ti eternamente. Niñito Jesús, te entrego mi corazón para que tú lo hagas semejante al tuyo, sencillo, bueno, manso, humilde, dulce. Quiero parecerme mucho a ti, porque sé que el Reino de los Cielos es de los niños y de los que son como ellos, como tú, que eres un Niño. Sé que tú vienes a mí en la Eucaristía, porque en ella estás realmente presente con tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. En la Misa renuevas tu sacrificio y lo haces por mí, porque me amas infinitamente. Quiero darte gracias Niñito Jesús por tu amor hacia mí. Si nadie me amara en este mundo, igual estoy feliz porque sé que tú me amas y con eso me basta y soy feliz. ¡Te amo!