¡Niño amado, venerado por todas las naciones!
Te abro las puertas de mi corazón, habita en el.
Cúbrenos con tu gracia y protégenos de todo mal,
ando en busca de la estrella que ilumine mi sendero
para que mi pie no tropiece,
tu eres mi luz, mi salvación viene de ti,
por eso te amo y mi fe te proclamo,
en ti confío, con gran devoción,
si estas a mi lado, tendré bendición,
por eso te ruego desde mi corazón,
no me dejes caer en la tentación.
Niño Glorioso, te entrego mi amor
y a ti clamo pidiendo protección,
a tus fieles devotos les responderás
y muchos milagros sé que obraras,
con grandes prodigios nos mostrarás.
Niñito querido, de mi corazón
cuando a ti clamo me escucharas,
si acudo con fe y si me conviene,
seguro(a) estoy no me desatenderás,
respuestas favorables me concederás,
de la aflicción y de la angustia me libraras,
también a mi familia protegerás,
y pronto socorro siempre nos daràs,
entre tus brazos me cobijare
pues se que en ellos seguro(a) estaré
De las enfermedades me cuidaras,
por eso en ti siempre he de fiar.
Amén.
Argomento precedente
Primo 
