Nuevo día, y nuevas ilusiones
con el afán, al igual que Tú, Señor
de llevar a Dios a todo aquel/a que se encuentre perdido.
El ayer, ya no tiene remedio
El hoy, lo estamos viviendo
El futuro, depende –en parte- de lo que en el surco sembremos.
Que no pese, Señor, el paso del tiempo en nuestra vida
Que no tengan la última palabra los fracasos
Que no tiemblen nuestras manos
Que no se acobarde nuestro espíritu
Que no caigamos, cuando incomprensiblemente,
salgan a nuestro encuentro imprevisibles piedras.
Que pueda más nuestra espera, que la desesperanza
Tu misericordia sobre nuestras faltas
Tu abrazo frente a la frialdad de nuestros gestos
Tu Evangelio antes que nuestras mediocres palabras.
Señor, con tu corazón, ¿estarás presente en todo esto?
Bendícenos con la riqueza de tus dones
Danos fuerza con la Eucaristía
Y cuando llegue el momento de lanzarnos a lo nuevo
Que nunca, el romper con viejas formas,
Condicione el fluir del nuevo Espíritu.
Haznos sentir, hoy y aquí, en tu presencia
El paso del ayer al mañana
El paso del fracaso al éxito
El paso de la apatía a la fe
El paso de la venganza al amor.
Haznos, Señor,
Abandonar nuestros viejos ropajes
Para vestir el traje de luz y de fiesta
Que un día será preciso y urgente
Para compartir contigo
La alegría infinita, banquete de fiesta
Allá en el cielo.
Y, si me preguntas, Señor
Qué es lo que te doy a cambio,
Te responderé a viva voz:
UN SOLO SEÑOR
UNA SOLA FE
UN SOLO BAUTISMO
UN SOLO DIOS Y PADRE
¿O es que no querías escuchar esto?