Estamos acercándonos a las Fiestas Navideñas y acordamos que entre todos, en familia adornaríamos la casa. En un armario, cada objeto empapelado fue guardado, allí los encontramos esperando para ser sacados.
Cada caja íbamos desatando y poco a poco los objetos fueron quedando a la vista. Mientras nuestros recuerdos de anécdotas pasadas venían a la mente.
Así, algunos fueron adquiridos por el esfuerzo y otros regalados por familiares y amigos, pensarlo nos puso algo tristes… por recordar en aquellos objetos a los que en unión con Dios ahora nos miraban desde el cielo... pero también venían a nuestro recuerdo los momentos bellos.
Entre todos animadamente sin quejarnos por el arduo trabajo empeñado, la casa iba deslumbrado; en realidad no interesaba si eran objetos hermosos o caros... interesaba el espíritu solidario, el afecto y compromiso desplegado.
Horas que pasaron tan rápido, por tan agradable situación, el cansancio lo sentimos sólo cuando pudimos decir al fin, “¡Tarea lograda, que bello quedó!”
Así, unidos quedamos frente al Nacimiento, de rodillas esbozamos una humilde oración, por los que estábamos presentes y por los que se tuvieron que ir; dando también las gracias porque a pesar de nuestras flaquezas, errores y remiendos, jamás nos sentimos abandonados por Él.
Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres que aman al Señor.
Amen.