En este tiempo de Adviento, estamos invitados a contemplar a María, una niña entre muchas otras de Nazaret (...) que pudo haber dicho no a las misteriosas proposiciones del Ángel Gabriel, el Mensajero de Dios. Ciertamente Dios habría respetado su libertad, porque nuestro Dios nos quiere y nos ha creado completamente libres, tanto que incluso podemos decirle que no y cerrarle las puertas de nuestro corazón.
María pudo haber dicho libremente no a la Palabra de Dios, sin embargo, respondió: "He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según su palabra "(Lc 1, 38). Esta respuesta de María es una libre adhesión a la voluntad de Dios, al proyecto del Amor de Dios. No se trata de un sí de conveniencia (...)
María es consciente de que con su sí, tomará parte en este proyecto de Amor deseado por Dios desde la eternidad. Ella entendió que ella también fue pensada por el Señor para integrar este propósito, que fue concebida y predispuesta a hacer que este proyecto se realizara. Este es el verdadero significado de la festividad de la Inmaculada Concepción que acabamos de celebrar en medio del Adviento.
María es el ícono que nos ha sido dado para acompañarnos en la espera de Navidad. Ella es el ícono de la Esperanza, del Amor y la Fe. Contemplémosla para que nos obtenga estas tres virtudes teologales, para permitir que el Señor nazca en nosotros todos los días, libremente y en confianza.
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