Un nuevo día.
Cada nuevo día, con el sol que sale, con el amanecer que nos dice que estamos comenzando otra jornada que Dios nos regala, es una invitación que nos hace Dios para volver a empezar.
Efectivamente cuando amanece, toda la creación se despierta y vuelve a hacer las cosas de todos los días, los pájaros cantan, buscan alimento, se construyen sus nidos, buscan el amor, crían a sus hijos y alaban a Dios con sus trinos.
También nosotros, hombres creados por Dios por amor, tenemos que imitar a los pájaros, a la naturaleza, y cada día volver a empezar. ¡Cuánto nos cuesta hacer esto, porque venimos arrastrando toda una historia que no nos deja ser felices, ni mirar con esperanza hacia el futuro! Es hora de despojarnos del pasado, de sacudirnos las plumas y bañarnos en un lago fresco donde dejemos todos nuestros lastres, nuestros pesos, y abrir de par en par las puertas del corazón a Dios y a los hermanos, estando alegres porque hemos visto la luz de un nuevo día, que si lo vivimos con fe, será promesa de un Día sin ocaso en la eternidad.
Cada día es una oportunidad de volver a empezar. Hagamos el propósito de recomenzar todo en cada momento, hasta que nos llegue el día eterno sin ocaso donde ya seremos para siempre felices.