La humanidad pendiente de un hilo
8-1-84 (ex 18) 15
"En estos momentos la humanidad toda está pendiente de un hilo. Si ese hilo se rompe, muchos serán los que no tengan salvación. Por eso os llamo a la reflexión; apuraos que el tiempo se termina. No habrá lugar para aquél que tarde en venir. El señor quiere que todos gocen de su Reino. A los que están alejados de El les digo: acercaos, Cristo Jesús está al alcance de vuestra mano.
Predicad esto".
"Alabado sea José, alabada sea María, alabado sea Dios por la tierra prometida".
Leed: Heb. 4, 12-16
12 Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
13 Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de Aquél a quien debemos rendir cuentas.
CRISTO, SUMO SACERDOTE
14 Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el Cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe.
15 Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, El fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.
16 Vayamos, entonces, confiadamente al Trono de la Gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.
(Mensaje de María del Rosario de San Nicolás)
Comentario:
Este mensaje nos da una idea de la gravedad de la situación. El mundo está pendiente de un hilo. Se puede decir que está pendiente del hilo del Santo Rosario, porque si rezamos mucho, seguramente ayudaremos a evitar castigos y desgracias o por lo menos mitigarlos, pero si no rezamos, la humanidad cada vez más se precipitará en la maldad y el pecado, y esto acarreará tremendos castigos y destrucción de pueblos y naciones. Hoy tenemos la posibilidad de ser héroes. ¿Cómo? Simplemente rezando el Santo Rosario e invitando a otros a hacer lo mismo, porque el mundo se salvará por la fuerza de la oración. Hoy es el tiempo propicio para convertirnos. No esperemos a mañana, sino como San Expedito digamos: “¡HOY!”. ¿Quién sabe hasta cuándo nos esperará el Señor? ¿Quién sabe cuándo caerá el castigo que nos merecemos los hombres por nuestros pecados? Estemos atentos y orando incesantemente para escapar de lo que ha de sobrevenir al mundo.