EL QUERUBIN DE LA COMPASIÓN
Había una vez hace mucho tiempo, allá en el cielo, en la casa de Dios
(porque Dios tiene una casa muy grande, donde vive con millones de ángeles),
un querubín que era muy travieso y juguetón.
Era el querubín de la compasión, le encantaba asomarse al balcón de Dios
(porque también tiene un balcón de donde ve al Universo entero y a cada una
de las criaturas que habitan en el).
Cada ángel tiene una labor, además hay muchas categorías angélicas:
Los arcángeles, los serafines, los tronos, los principados, los mensajeros,
los guardianes, etc. Dios dispone cuales deben ocuparse de los asuntos de
los planetas y quienes deben realizar tareas en el cielo.
Este querubín aspiraba ir a la tierra, para ayudar a la gente; era muy
pequeño, frágil e inocente todavía, entonces no tenía permiso. Pero poseía
tanta energía, era tan hábil, tan veloz que terminaba muy rápidamente su
trabajo para ir a sentarse en el borde del balcón y así poder curiosear lo
que pasaba en la tierra.
El estaba encargado de asistir a los ángeles del arte; le limpiaba sus
pinceles, preparaba los pigmentos para colorear las pinturas; que los
ángeles artistas usaban para dar tonalidad a la naturaleza. A veces; lo
dejaban pintar alguna cosa sobre una nube para que se cansara un poquito y
se quedara tranquilo; el era muy creativo y esto no le bastaba.
Dios entonces; lo dejó además; colaborar con los ángeles inspiradores de la
literatura, pero el querubín era tan creativo, que también quería escribir.
Un día en que esta aburrido, se metió entre los ángeles de la danza y se
puso a bailar. Como aprendía rápido; ninguno notó que no pertenecía al
grupo..., bailó; bailó y bailó tanto; pero tanto; que se cansó. Luego fue;
como de costumbre a sentarse en el barandal del balcón para espiar; pero
estaba tan agotado, que se durmió; perdió el equilibrio y comenzó a caer sin
darse cuenta; porque dormía profundamente... Los ángeles son inmortales; ya
que están hechos de espíritu puro.
Cuando impactó contra el suelo; después de tal porrazo, se levantó maltrecho
y con gran desesperación vio que estaba rodeado de plumitas suaves; que sus
alitas se habían deshecho... Trató de juntarlas una por una, mientras giraba
sobre sus rodillas tomando cada pluma; dos manitas tan pequeñitas como las
suyas le ayudaban a recogerlas..., absorto, levantó la vista y se encontró
con dos ojos cristalinos color verdes..., era una beba de casi dos añitos
que lo miraba con mucha alegría...
El angelito le preguntó:
-¿Cómo es que me puedes ver?..., la niñita que no entendía la pregunta
levantó su mano para acariciarle la mejilla. Bueno en realidad, todos los
bebes poseen la inocencia intacta; algunos adultos también (pero son pocos),
cuando el alma es pura pueden ver y hablar con los ángeles.
La nena le preguntó en su media lengua como se llamaba y él le contestó:
-“Mí nombre es Tule”.
Enseguida salió la mamá de la beba; la alzó, la entró en su casa
protestando; porque había levantado unas plumas de la calle y ¡por qué no;
podían ser de algún pájaro enfermo!...
El querubín; por supuesto entró también y se instaló con su amiga, feliz...
muy feliz de poder estar en la tierra y jugar con aquella criatura tan
especial.
Cuando la niña se durmió, él se acostó a su lado, y fue cuando escuchó que
los papás de ella lloraban, mientras el papá rezaba y prendía a María (la
mamá de Jesús), 100 velas blancas; pidiéndole que no se llevara a su hijita,
porque era el tesoro que más amaba en la vida..., la habían deseado con
tanto amor; que por favor; permitiera Dios que no se muriese. Escuchó
además..., que la iban a operar al día siguiente porque tenía cáncer.
La madre le imploraba por su parte; a Dios y a María... Les prometía que si
la chiquita vivía, el día 8 de Diciembre; la iba a vestir de angelito y se
la iba a consagrar al cielo...
El querubín tan apenado volvió a la cama de la niña que reposaba boca abajo;
se recostó a su lado apoyando su cabecita sobre la pequeña. Él era el
querubín de la compasión..., que es un sentimiento de amor muy profundo, y
comenzaron a brotar de sus ojos lágrimas que caían sobre la espalda de la
pequeñita, por cada lágrima que derramaba; crecía una pluma rosa... Lloró
tanto que cuando abrió sus ojos... vio con sorpresa que la niña tenía dos
espléndidas alas y con mayor sorpresa aún, la criatura se incorporó en el
aire; sobre su propio cuerpo que permanecía yaciente en la cama. Esta le
tendió su mano con una sonrisa... en ese momento la habitación se iluminó
por tres luces muy brillantes..., una era el ángel de la guarda de la beba y
las otras dos más potentes todavía... eran María y Jesús que se hicieron
visibles.
El querubín asustado y avergonzado bajó la vista, pero ellos lo abrazaron.
Jesús le habló:
-¡Pequeñín... mi padre me ha enviado para que te de un mensaje!... Has
demostrado tu nobleza y que ya estás maduro para manejar tú virtud, entonces
te concede tu enorme deseo de quedarte en la tierra para ayudar a los seres
humanos. Pero lo harás; tomando el lugar de la beba, porque la Fe; el fervor
y el amor de esta familia se merece no perder a su hijita. No debes olvidar
que la misión que elegiste no es para nada fácil, porque los hombres tienen
maldad y pueden hacer mucho daño; por eso te acompañarán la verdad, la
justicia y la fortaleza, para poder resistir el dolor; pues la compasión; la
inocencia y el amor ya son en ti”...
“Primero deberás ser una persona íntegra, es así como podrás cumplir tu
misión. Después que lo hayas logrado, serás muy feliz y podrás regresar a
casa cuando lo decidas”...
Fue de esta manera; que operó el milagro en este hogar y hoy anda por allí
nuestro querubín; en un cuerpo de mujer, tratando de ayudar a las personas,
confundiéndose entre ellas, quién sabe donde y como..., pero está!!!.
¡Ah! me olvidaba..., como este angelito hay muchos más en la tierra,
desparramando amor; reconfortando al que sufre.
Así que cuando estén frente a unos ojos verdes cristalinos, destellantes de
alegría... “¡Cuidado... porque tal vez sea un ángel con mucho amor para
darte!”