Vuelve a empezar
Por los que caen.
Siempre, en nuestra oración cotidiana, debemos tener presentes y rezar por los que caen ya sea en pecado, o que están desanimados y desalentados, para que puedan levantarse de tal estado, ya sea mediante una sincera confesión sacramental, o renovando sus esperanzas y ánimo.
Son tantas cosas tristes que hay en la vida, que a veces uno cae y necesita de la ayuda de otro para levantarse, de ayuda material, o también de ayuda espiritual, por medio del consejo o quizás de la oración.
Recordemos cuando hemos caído nosotros y cómo nos hubiese gustado que nos socorrieran, y entonces obremos de la misma manera con los demás, porque si Dios nos cuida y no permite que caigamos, no es para que nos ensoberbezcamos y nos volvamos duros de corazón, sino para que ayudemos a otros a seguir adelante.
Pensemos en Jesús, en el momento de ir al encuentro de Judas y recibir el beso traidor. ¡Qué tentación de desaliento habrá tenido el Señor, al ver que uno de sus discípulos lo traicionaba, y al vislumbrar, con su mirada de Dios, la inutilidad de su Sacrificio para muchísimas almas! Pero igualmente Él venció todo, y a pesar de todo marchó hacia la Cruz.
Pidamos, entonces, ayuda al Señor, que comprende nuestras caídas y desalientos, y recemos por nosotros y por los que han caído, para que tengan fuerzas de levantarse una y otra vez.
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