05.02.18 | 00:52. Archivado en liturgia
Nosotros estamos ya acostumbrados a la idea de que la Cuaresma se inicia con el miércoles de ceniza pero, ¿nos hemos preguntado alguna vez por qué un miércoles si el día litúrgico por excelencia de la comunidad cristiana es el domingo? El Adviento se inicia con el primer domingo de Adviento, la Pascua con el domingo de Resurrección y, sin embargo, la Cuaresma da inicio un miércoles. ¿Por qué? Vamos a intentar dar respuesta en estas líneas.
Conviene situarnos históricamente. Recordemos que las primeras comunidades cristianas antes del siglo IV viven, a menudo, en contextos de persecución y estamos todavía en una Iglesia que está creciendo y aprendiendo a organizarse. A partir del año 313 con el emperador Constantino los cristianos empiezan a poder respirar en la vida pública con tranquilidad y se empieza a crear una estructura más formal. Sirva de ejemplo la fiesta de la Pascua. Los primeros cristianos celebraban la pascua cada domingo, no una vez al año. Fue a finales del siglo II cuando se empieza a celebrar anualmente la Pascua y, en concreto, en el concilio de Nicea del año 325 cuando se determinó que el domingo de Pascua se celebrara el primer domingo después de la luna llena del equinoccio de primavera. Y hasta nuestros días sigue siendo así el modo de determinar el domingo de Pascua. Este año 2018, por ejemplo, habrá luna llena el 31 de marzo, sábado. Por eso el domingo siguiente, 1 de abril es Domingo de Pascua.
Otro aspecto a tener en cuenta es la importancia del ayuno en la Iglesia primitiva. El ayuno era una práctica muy común como signo de penitencia. Hasta el siglo VI existía en la Iglesia el orden de los penitentes que venía a ser como un grupo de penitentes que reconocían públicamente que habían cometido pecados graves y que durante 40 días previos a la Pascua se sometían a una serie de penitencias y renuncias, entre ellas vestir con sayal, cenizas en la cabeza y el ayuno prolongado. Sabemos que el 40 tiene un arraigado simbolismo penitencial ya en la Biblia (40 años de éxodo hacia la tierra prometida, 40 días de Jesús en el desierto, etc…). Este tiempo de penitencia solía acabar con una celebración de reconciliación presidida por el obispo el Jueves Santo.
Una vez que el cristianismo se convierte en religión oficial del Imperio y empieza a crecer en número desaparece la orden de penitentes y el rito penitencial de la imposición de las cenizas pasa a ser un rito común a toda la comunidad cristiana que se sabe necesitada de continua conversión. Y hay un pequeño problema práctico: el domingo, día de gozo en la resurrección no puede ser un día de penitencia y de ayuno. Este es el motivo del origen del miércoles de ceniza. Si descontamos los 6 domingos de esos 40 días previos al domingo de Pascua y contamos 40 llegaremos al miércoles anterior al primer domingo de cuaresma. Pongamos fechas a este año 2018. Domingo de Pascua es el 1 de abril. Los 6 domingos de cuaresma van del 18 de febrero al 25 de marzo. Si contamos, con un calendario en la mano, 40 días hacia atrás desde el 1 de abril saltándonos los domingos llegaremos al miércoles 14 de febrero, miércoles de ceniza.
La espiritualidad propia de este miércoles con la imposición de la ceniza y el ayuno nos recuerdan que somos polvo ante la tentación vanidosa de creernos autosuficientes. El signo de la ceniza es tomar conciencia de la caducidad de nuestra vida y nos invitan a emprender el camino de conversión: algo ha de cambiar, de quemarse, de destruirse en nosotros para vivir en el gozo de la Pascua.
(Juan Molina, Periodista Digital)