Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Mateo 5:7.
No es justo que quien no quiere perdonar sea perdonado, ni quien rehusa dar al pobre sea aliviado en sus necesidades. Dios nos tratará del mismo modo que tratemos a los demás, y los que se muestran dueños crueles y acreedores inflexibles serán tratados por el Señor con severidad. «Porque juicio sin misericordia será hecho con aquel que no hiciere misericordia».
Procuremos hoy dar y perdonar. Aprendamos a sufrir y soportar. No nos formemos juicios severos acerca de la conducta de las personas, no efectuemos compras ilícitas; no busquemos pendencias insensatas, ni seamos descontentadizos. Sin duda alguna queremos ser bendecidos y deseamos obtener misericordia: seamos nosotros misericordiosos.
Para tener derecho a la misericordia, cumplamos las condiciones requeridas. ¿Acaso no es un deber grato el mostrarnos bondadosos? ¿No hallamos más dulzura en la bondad que en la cólera, en la indignación y en la falta de generosidad? En esto hay ciertamente una bendición.
Además, obtener misericordia es un rico galardón. Sólo la gracia soberana puede hacernos semejante promesa.
Demostremos a nuestros prójimos la misericordia en algunos denarios y el Señor nos perdonará «toda aquella deuda».
Hoy es buen día para practicar la misericordia ya que de esa manera seré un receptáculo de la misericordia divina.
Señor, Gracias por extender tu misericordia a mi vida y mostrarme tu amor tan eterno, quiero ser un canal de misericordia para otros. Amén.