Dios, Padre Misericordioso, que has revelado Tu Amor en tu
Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo: Te
encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre. Inclínate hacia
nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos
los habitantes de la tierra experimenten Tu Misericordia, para que en Ti, Dios
Uno y Trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza. Padre Eterno, por la
Dolorosa Pasión y Resurrección de Tu Hijo, Ten Misericordia de nosotros y del
mundo entero. Amén.