Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó: “Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia”.
Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.
Llegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida.
Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria.
Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.
Fábula de Esopo
Fuente: www.edyd.com
Hoy les comparto la que probablemente sea una de las dos ó tres fábulas de Esopo más conocidas a nivel mundial. Y la razón por su popularidad reside precisamente en lo profundo y sin embargo sencillo de su mensaje: la perseverancia puede dejar atrás aún a la capacidad innata.
Muchos son los que se derrotan a sí mismos aún antes de empezar la carrera tan sólo porque le dan mucha más importancia a la magnitud de los escollos y a las circunstancias adversas. Sí, tal vez aquellas puedan retrasar nuestro avance un poco, ¡pero nunca lo podrán detener si decidimos perseverar!
Tal vez nos sintamos como la tortuga compitiendo contra las liebres de las circunstancias pero aferrémonos y confiemos en el Señor para que nos siga sosteniendo mientras insistimos… ¡la victoria está asegurada! Adelante y que el Señor les bendiga.