Quince minutos con el Ángel Custodio
Defiéndeme del Maligno.
¡Querido Ángel Custodio mío!, hoy quiero pedirte que me defiendas del Maligno, ya que por naturaleza él es más fuerte que yo, y sin tu ayuda solícita, yo sucumbiría a su poder maléfico. ¡Ay de mí si no me ayudas en el combate!
Yo sé que tú intervienes tanto más cuanto más te invoco, pero es que a veces me olvido y, en el medio del combate y las tentaciones, me olvido de invocarte. Por eso es que te pido, te ruego que tú no me abandones y que, aunque yo no te llame en mi auxilio, tú intervengas en la lucha para defenderme de las garras del Mal.
Quiero tener más conciencia de que tú estás constantemente conmigo, y pedirte consejo y ayuda en cada momento difícil de mi vida. Pero también en los momentos comunes de mi existencia, ya que tú no te incomodas cuando yo te invoco aunque sea en cosas de poca importancia, porque en realidad no hay nada de poca importancia cuando se trata de la salvación de mi alma y de las almas de mis hermanos.
Querido Ángel mío, unidos en el tiempo y en la eternidad, espero el día en que te pueda abrazar en el Cielo y darte las gracias por los siglos de los siglos.
Ojalá nunca te haga llorar con mi comportamiento, sino que siempre yo sea para ti motivo de orgullo ante la Faz del Señor.