Los recuerdos no mueren, los recuerdos son la raíz del alma y el nutriente de nuestros actos presentes.
Muchas veces necesitamos limpiar nuestro almacén interior de cosas feas, de tristezas y dolores para encontrar la liviandad que nos haga fluidos y libres de ataduras, de pesadas cargas que no se pueden llevar tanto tiempo a cuestas. Pero en otros momentos recordamos actos pasados, ejemplos idos, rostros ausentes que emergen de la memoria para devolvernos una sonrisa, el valor de un principio o el principio perdido. Son esas cosas que atesoramos en el almacén de la vida y en el arcón de los recuerdos porque detrás de cada acto hay... un niño aprendiendo a vivir. Ese eres tú.