La fe tiene premio. Y si tenemos fe, entonces vemos todas las cosas a la luz de la fe, con los ojos de Dios.
Estamos en esta vida para que con la fe merezcamos el premio del Cielo. Por eso el demonio trata por todos los medios de apagar la fe en los corazones.
Y es lógico que sea así, porque el diablo sabe muy bien que un hombre que tiene fe, absolutamente tiene todo arreglado y obtiene infaliblemente su salvación eterna y la de incontables almas.
Tenemos que cuidar nuestra fe, y aumentarla con actos de fe, rezando frecuentemente el Credo, y teniendo bien presente que los misterios de nuestra santa religión católica son precisamente eso: misterios, y que no podemos entenderlo todo, sino que como los misterios superan la razón, debemos prestarle nuestra fe para creer firmemente en ellos y obtener así el premio al que cree.
Los milagros de Jesús en el Evangelio, estaban supeditados a la fe de los que los pedían. A veces eran los propios enfermos quienes tenían la fe suficiente para que Jesús los sane. Otras veces la fe la tenían los acompañantes del enfermo, los parientes y amigos que por él pedían una gracia al Señor, y la obtenían.
Así que nosotros debemos cuidar nuestra fe, y aumentarla, confiando ciegamente en el Señor y en lo que Él nos enseña, porque así nos salvaremos y obtendremos TODO de Dios.
Creer tiene mérito. Y el mérito merece un premio. Por eso si creemos, seremos premiados por el Señor.
La fe nos salvará. Tengamos fe, y lo tendremos todo. Porque no hay imposibles para Dios. Y todo es posible para el que cree.