Mi Dios que reconforta mi alma. Como todas las tardes me alisto a recibir Tu presencia en mi corazón y hoy quiero impresionarte con mi sinceridad y mi humildad al reconocer todas mis faltas delante de Ti. No te puedo engañar, tú conoces las intenciones de mi alma y mi verdadero estado por lo que no tengo que fingir ni disimular. Hoy restaura mi vida para comenzar a hacer lo que Tú quieres. No tengo nada que ocultarte; derrama tu gracia para que yo pueda hablar contigo, aunque ya sabes lo que está en mi mente, pero ayúdame, Tú eres mi Dios, pero también eres mi Padre amoroso y mi amigo fiel. Te digo al oído: ”Señor, escucha mi oración; Tu que eres justo, atiende a mi súplica. No me escondas tu rostro. En la mañana hazme escuchar tu gracia, porque confío en Ti”. Abrázame fuerte, te pido que estés siempre atento a mí y alcánzame con tu amor y tu misericordia que permanece y se viste de colores en cada amanecer. No le tengo miedo a la tormenta porque Tú jamás dejarás que me hunda. Te necesito. Amén.