A Dios no se calcula a primera vista. Hay que
conocer su acción "creciendo", viéndonos tansfor-
mar por dentro.
A Dios se le ama y se le teme.
Se le entrega y se le respeta.
Se le oye y se le obedece.
Se le siente en la vida diaria y se introduce en pe-
queños logros que son los que van trazando poco a
poco las grandes obras.
Se filtra en las casualidades, en coincidencias, en
asombros, en sorpresas... ¡En semillas diminutas
que van haciendo el tronco!
