Las paredes del alma se me agrietan, y entra la lluvia aupada por el viento, y el frío, la congoja, el desaliento..., cuantas cosas sin ti duelen o inquietan.
Hazte presente en júbilo y promesa, restaura lo que ausencia y tiempo abaten, que tus brazos me cerquen y arrebaten y permanezcas en mi piel impresa.
Brevería Nº 997
Restauración
Se me rompen la piel y las palabras, y la oquedad del pecho se me rompe; soy desgaste de vida,inconsecuencia, trayectoria de astillas en el bosque tras sangrienta jornada arboricida de toscos leñadores. No sé quién hallará diseminados mis propios miembros, si a la medianoche divisara mi espalda en lejanía, y tropezara en ellos. ¿Habrá un hombre, una mujer tal vez, que alce una frase caída de mis labios, o unas flores del ramo que llevé, o un sentimiento perdido tiempo atrás, o quizá un bloque desprendido de mi alta arquitectura, cuando alto fui, con el vigor del roble? He vivido, he ganado y he perdido muchas veces, y acuso los rigores del tiempo, vendaval iconoclasta, triturador de aspectos y emociones. Y el camino, sembrado de mí mismo, de partes del que fui, de mis sudores, ofrece la ocasión, a quien me siga, de reparar mi ruina y mi desorden. Vuelvan mis ojos a atrapar lejanos, azules horizontes, resuéneme en la boca, arrullo o grito, la voz desafiante de otras voces, y la palabra que a mi oído aborda logre engendrar palabra que responde. Aún puede resonar mi piel con firme redoble de tambores, y hay espacio en mi pecho para revuelo de águilas y cóndores. Sólo una mano amiga necesito que pueda restaurarme golpe a golpe.