Eres luz que en mis olas brilla,
diosa de mis noches y pensamiento,
dulce suavidad es tu eterna caricia,
reina que vistes de sentimiento
el latir constante de mi silencio.
Llegas cuando la jornada perece,
siendo dulzura, musa y fragancia,
que a mi profundidad estremece,
mar abierto soy, que une distancias,
incapaz sin embargo, de besar tu cielo.
Luz de luna que me acompañas,
cada noche en la fría madrugada,
que envuelves con infinita bondad,
mis tormentas, vientos y mareas.
Luna amada, sentida y jamás tenida,
mujer, que de mis noches eres dama,
semilla, limpia, blanca y pura de vida
que te creí, por siempre enamorada,
del sol, que bien sé que no olvidas,
cuando asoma el alba cada mañana.
Dame la paz y el sosiego necesario
para amarte en silencio, en solitario,
quiero poder, en mi propia sal, apagar,
este dolor, si no os he de poder amar.
Luz plata y azul de luna candente,
que te filtras en el aura de mi alma,
que grita en carne viva y por vos clama,
despertando los truenos de mis ansias.
¿Quién soy yo, agua salada, para amaros?
con el fragor y esplendor del sol naciente,
no te buscaba, pero sin saberlo te esperaba,
sintiéndome océano inmenso y rugiente,
cuando te posas y besas mi piel en marejada.
Hoy...
me iluminas en caricias suavemente
llevándote en mis aguas reflejada,
anclados en el sabor de nuestra mirada,
amándonos de por vida tiernamente.
Has de morir de amor entre mis olas
he de morir de amor entre tus rayos
sintiéndote por el día en mi regazo,
siendo reina del tiempo y sus horas,
esclavo, de tu noche y de tu espacio.