Antiguamente, en los televisores y monitores de tubos de rayos catódicos (CRT), se sacaban las marcas de dedos y la suciedad con un paño humedecido en alcohol isopropílico. Recuerdo cómo quedaba ennegrecida la tela blanca que yo usaba. “¿Puede tener tanta suciedad?”, me preguntaba. Esas partículas, en definitiva, le quitaban claridad a la imagen.
Pero ahora los nuevos paneles están construidos con materiales distintos de los que habitualmente se utilizaban en los viejos monitores. Usar alcohol isopropílico, o peor, algunas bencinas o solventes, pueden dañar los LCD. Habrá que desconfiar de productos comerciales supuestamente probados para su uso en el cristal líquido.
¿Qué es lo mejor? El agua. Para la limpieza habrá que tomar un paño muy suave –pensemos en algo como la seda–, humedecerlo y escurrirlo. Luego, frotar suavemente el panel con la tela, pero en el sentido de la fibra. No usar nunca papel de ningún tipo, aunque sea muy delicado. Y pese a que parezca excesivo, jamás utilizar una sustancia abrasiva, por más que la pantalla tenga impresa las huellas digitales de nuestro hijo con dulce.
Un display de cristal líquido consiste en una matriz de pixeles que se abren y cierran, y dejan pasar la luz proveniente de una fuente de iluminación posterior, que puede ser fluorescente o LED (modelos más modernos). A su vez, cada pixel está formado por tres subpixeles, rojo, verde y azul.
Algunos fabricantes de LCD informan en los manuales y documentación adjunta sobre la vida útil del producto, que estará dada en decenas de miles de horas de uso.