Ay, Tántalo, también yo lo he tenido casi al alcance de mi boca y manos, y como tú agonizo día a día.
Me arde la sed, el hambre me ha mordido, y en todos mis asuntos cotidianos me tortura su casi compañía.
Brevería Nº 1869
Hambre
Llégate al hambre que de ti me clava su garfio en las entrañas, que tus manos, con suavidad de terciopelo, ahonden, y enderecen sus púas, tan despacio que, aunque sangrientas, logres extraerlas sin infligir desgarros. Tengo un hambre de siglos, aunque bien sé que no he vivido tanto; y lo que antes viví fue sólo un croquis, un bosquejo que no cuajó en retrato. Mi vida empieza en ti, tan fecundante que germina el rosal, emerge el árbol, ensaya el verderón su primer vuelo, y parece al alcance de la mano la luz de Aldebarán en cada noche, y todavía yo sin tu contacto. De ahí me nació el hambre, de haberte en desnudez saboreado, y antes de que lo hubieras extinguido, tener que proseguir mi itinerario.