COMO SE HACE UN POEMA
Quiero que hagamos un recuerdo hoy, como se
hace un poema.
Hoy, que todavía tengo estrellas en los ojos
y la piel suave y nueva
como hojas tiernas que inaugura la primavera
en los árboles de octubre.
Hoy, que mi voz se nutre con savia de tu amor y
conoce el itinerario que llega hasta el centro
de tu corazón enamorado.
Hoy, que me has comprado un ramillete de violetas
y aún están vivas y tienen un poco de rocío en los pétalos,
y mis manos las sostienen a la altura de mi pecho,
haciéndoles oír los golpeteos apurados anhelantes,
de este corazón loco que late al compás de tus palabras.
Hoy, que somos felices y que reímos por nada,
porque en la plaza no hay nadie, pudimos sentamos
en un banco para nosotros solos, debajo de una
fina y transparente llovizna de junio que nos humedece
el pelo y la cara y nos devuelve aquella infancia,
aquellos niños que fuimos una vez, desobedientes,
escapados de la tutela materna, metiendo los zapatos
en los charcos, demorando nuestra vuelta de la escuela
para jugar a la rayuela sobre las
baldosas rotas de la vereda.
Un recuerdo.
Un recuerdo perfecto y preciso, pintado con la témpera
de un gran pintor, con todos los colores y todas las
luces de este instante, para poder mirarlo más
adelante y verlo así: tus ojos pardos, mis ojos azules,
tu impermeable gris, mi tapado amarillo, los árboles
de un verde lavado, los guijarros rojos, el cielo
como una plancha de azogue y plomo, las violetas azules.
Una muchacha alegre y un muchacho contento.
Unas palabras viejas como el mundo que se llenan
de alas y campanas y suenan nuevas, nuevas por completo
porque han sido pulidas y lustradas por la ternura que
nos rebasa, que nos cubre, que nos estremece.
Este beso que enciende, esta cabeza mía que cae como
un fruto dorado sobre tu pecho.
Este momento de felicidad que nos vuelve hermosos,
únicos habitantes de¡ milagro.
Somos los pobladores de la maravilla,
¿te das cuenta?
Somos una canción, dos aves en vuelo, dos estrellas
de una constelación de amor.
Somos los sacerdotes de una antigua religión que
la humanidad vuelve a inaugurar cada vez que un
hombre y una mujer entrelazan las manos y se dicen te quiero.
Somos un amanecer, la llegada del sol y del verano
en una lluviosa tarde. Esto se repetirá, dices.
Esto se repetirá, digo.
Habrá otras tardes y otros días y otros be y otras palabras
iguales a éstas... Sí, si... vos querés que así sea,
yo quiero que así sea... Pero el tiempo se nos va a trepar,
nos obligará a cambiar -como a todos-, y a medida que
transcurran los meses y los años nos convertiremos en otros,
parecidos a estos de hoy, pero otros. Habremos salvado
algunos obstáculos, habremos sufrido algunas
desilusiones, tendremos algunas heridas que trataremos
de curar y algunos miedos que desearemos olvidar...
ciertas partes de los resortes que hoy nos mueven
estarán gastadas y tendremos que cambiarlas.
Porque eso es vivir; vivir es gastarse y renovarse y
volverse a gastar, dejar cosas en el camino...
y encontrar otras.
Nos amaremos, si seguiremos amándonos...,
pero también nuestro amor pasará por mil pruebas,
será iluminado por otras luces y oscurecido por sombras.
También nuestro amor cambiará, se irá modificando,
ganara hondura y perderá esplendor.
Será alto y macizo como el roble añoso, y no
tendrá la gracia -un poco endeble, pero arrobadora
- de¡ arbolito nuevo.
Por eso quiero que hoy, que en este momento,
fabriquemos un recuerdo con todo lo que nos pertenece,
con lo que somos ahora, y lo guardemos con cuidado,
como se guardan las fotografías de los grandes acontecimientos,
para mirarlo, pasados unos años, y encontrarnos en él...
y volver a vivir por un instante este temblor, esta claridad,
esta emoción esta perfecta realidad de amor que nos hace felices.
No creas que no te he amado.
No creas que no te amo cuando te pienso,
cuando te recuerdo y te digo gracias, gracias,
un millón de veces gracias ...
Poldy Bird
Con Mucho Cariño
Anny