(Buscando un archivo que no encontré, di en cambio con éste, resultado de una incursión en un club de aquellos.)
Al asomarse a un Club de Adultos Mayores, esos con nombres
optimistas, píos o cartuchos, uno se encuentra con una sobrepoblación de
mujeres, mayormente viudas. ¿Dónde fueron a parar los hombres? Entonces hay que
recordar que en el 99 por ciento de los
casos, ellos se casan con mujeres entre 5 y 10 años menores por simple regodeo.
Por su parte, las mujeres consideran que un hombre algo mayor es más
experimentado, tiene mejores ingresos y está pronto a llevar la mayor parte de
la carga matrimonial. Y como en Chile aún no resultaba la ley del divorcio, la
pareja tiene toda la vida para arrepentirse.
Pero vamos a las viudas. Cierto es que la pérdida del cónyuge es la
mayor causa de stress y cuesta bastante tiempo sobreponerse y echarle para
adelante, sobre todo cuando ya los hijos han armado tienda aparte y se debe
afrontar la soledad tanto más angustiosa en edad avanzada. Eso en algunos
casos. En otros, luego de una larga vida de soportar mas o menos resignadamente
un cónyuge que se ha vuelto odioso y abusivo, llega por fin la liberación. Esto
se nota más aún en las viviendas llamadas básicas y en las “económicas” esas de
menos de 1.000 UF y que fueron construidas a escala reducida, quizá para
extraterrestres de mínima envergadura. De pronto, se vuelve más fácil deambular
por ellas, hay espacio en el closet y en el anaquel del baño, la viuda, salvo
alguna nostalgia comprensible, puede estirarse en la cama a su amaño y comienza
a darse cuenta que también podría invitar a ella a quien se le antojase. Ya
puede disponer del control remoto del televisor y de los programas de radio;
puede organizar su tiempo sin que nadie le esté alterando los nervios por
exigencias absurdas. Y por último, el tema más importante: puede disponer de la
pensión para ella sola.
Se dice que la soledad es mala compañera y algunas hacen lo que sea para
llenar el vacío, mayoritariamente la adopción de algún animal doméstico que
produzca una ilusión de compañía.
Terminan por resignarse y mirar alrededor en busca de otras mujeres en
situación similar, hasta ingresar a algún Club de Adultos Mayores para sentirse
más acompañadas. Si alguno de los escasos varones en igual situación intenta
asomar su nariz en el grupo, será rodeado por un corro de ansiosas que se las
arreglarán para clasificarlo de inmediato y si resulta aceptable, se sacarán
mutuamente los ojos en procura de apropiarse del trofeo. Si el afectado no se
las empluma a tiempo, podrá detenerse a reflexionar que entre tanta oferta,
bien podría encontrar un par de candidatas de cierta solvencia y presas todavía
apetecibles con quienes endulzar lo que resta del invierno. Es tanta la escasez
de varones que bien podrían agruparse las viudas, elegir algún candidato y
compartirlo equitativamente, si tal solución civilizada es posible. No puede
negarse que la compañía de algún varón, aún ocasional, sirve para muchos usos,
además de los obvios. En primer lugar, es útil para acarrear paquetes o bultos
pesados. O sea, su presencia es indispensable cuando se trata de cargar sacos
de cemento, de tierra u otras minucias domésticas. Además, la segregación
sexual los ha obligado a convertirse en gásfiters, electricistas o carpinteros
y su presencia es muy importante cuando se trata de reparaciones urgentes en
casa de las viudas. Bien, siempre y cuando se mantenga saludable. Por su parte,
esos presuntos hombres disponibles andan en busca de alguien que los acompañe y
los cuide en ese tenebroso futuro que aún queda por vivir. Y las viudas, ya
curadas de espanto, pedirán informes y los revisarán con disimulo por todos
lados, porque nadie quisiera cargar con un clavo cuando lo que se busca es sana
compañía y un poco de diversión. No estaría demás que alguna compañía de
seguros descubra este campo inexplorado y ofrezca a tales damas una póliza
contra deterioro del acompañante, cubriendo los gastos que pueda devengar el
susodicho durante el plazo, naturalmente corto, del contrato que firmen.
Indudablemente la prima sería bastante alta, pero hay muchas dispuestas a
asumir el gasto, considerando la tranquilidad que les significaría.