2872 Mirarás el reloj, el calendario, y te convencerás de sus poderes para cambiar las cosas de la vida.
Ah, las cosas tal vez, mas a diario sólo tu voluntad te hizo cual eres, y sólo tú te harás a tu medida.
Imperceptible soplo
De mi pluma a tu libro, que es el mío, hay distancias, barreras intangibles…, y una proximidad que me electriza, y una puerta entreabierta a las sutiles tendencias reflejadas en palabras con que tu alma me escribe. Como si te adentraras en la mía, intentando adherirte a sus pliegues internos, para con más acierto sugerirme el concepto que en mí revolotea sin dejarse apresar, limar los grises versos que se me atascan, o impeler la visión que se resiste. De tu libro a mi pluma flota un hilo invisible cuyo temblor, al aire de los sueños, mis más íntimos ámbitos perciben. En cierto modo, mi poema es tuyo, nutriendo sus raíces, recortando el ramaje, o haciendo su dinámica más simple. No te incumbe hacer nada, sólo estar, como el cisne a la sombra del sauce, sobre el lago, ondeando tal vez la superficie. Los más ligeros gestos suelen tener poderes susceptibles de estremecer el mundo del poeta, si éste a la escucha está de los violines que suenan en la noche, mas no entiende sino quien nada exige. Tú me acompañas, aunque no lo sabes, en tantas noches tristes sin brazos, ni palabras, ni energía, mas infinitamente te repites en diálogo y calor sobre la almohada, mujer irrepetible. Y yo te hablo en los versos que, sin saber, me inspiras o diriges. Desciendes sobre mí, llovizna de oro, simple amanuense yo de lo que dices.