Luego, cuando estorbe la luz de la mañana, no me dirás nada.
Echaré de menos alimentarme de tu mirada, y callará mi memoria tu nombre de luna y volverán, sin ti, aquellas soledades arrancadas de cuajo, aquellos vacíos de palabras quietas,... aquel sonido a nada que atraveserá mis venas y el reflejo de sombra blanca que te salpica.
Sé que se va gastando la noche.
Sé que tu ida me arrancará los sentimientos, los fragmentos de vida disfrazados de momentos que pasan, mientras la vida sucede.
Se que tu marcha, en breve, me traerá la inopia, la incertidumbre,
la duda razonable, la vida que nos aprieta y ahoga.
Sé que, sin ti, habrá que madrugar con la esperanza de volver a caer, de nuevo, cuando el ocaso me traiga tus tentaciones.
Te esperaré con la ventana de mis sueños abierta, para que entres, y puedas traerme mis letras harapientas
Me queda, únicamente, soñarte, mientras trabajo, mientras escribo, mientras leo, mientras paso las horas, mientras vivo.
Regresarás, cuando huela a certeza y a constancia; cuando no estorbe ya la luz de la mañana.