-Cuando me muera quiero donar mis ojos.
Otro se levanta y dice:
-Cuando me muera quiero donar mi hígado.
Todo el mundo empieza a decir lo que va a donar cuando se
muera, y ya solamente queda por hablar un octogenario.
Le llega el turno y muy serio don Jaime declara:
-Cuando yo me muera voy a donar mi pene.
Todos los presentes exclaman:
-¡Qué generosidad, qué maravilla!,
¡Nunca nadie se había ofrecido para donar eso!
Todos gritaron:
-¡Viva don Jaime que va a donar su pene!
Con el fin de felicitarlo, todos empiezan a gritar:
-¡Qué se levante!... ¡Qué se levante!... ¡Que se levante!
Y don Jaime con una sonrisa dice:
- Un momento. ¡Si se levanta, No lo dono!