Ese conocido dolor…
Y no verán tus ojos
el cielo de otoño,
las hojas cayendo en el viento,
el sol de la mañana.
Nadie mirará tu rostro nuevo
ni primeros gestos de asombro
ante la vida.
No se escuchará la voz
que nos hubiera guiado
para acudir en tu ayuda.
No te conocerán las plazas,
parques y calles de la ciudad
las nubes, ni los árboles.
No habrá otros que vivan
con la huella de tus rasgos,
para mirar el tiempo en ellos.
Y aunque he anhelado el olvido
en que los años te envolverían,
la memoria te renace,
implacable.