AL SUR DEL SUR
EN SUDAMÉRICA, la palabra “sur” es más que una dirección, más
que una descripción, mucho más que un adjetivo. El sur, el lejano sur,
el sur extremo y distante es un imán y una idea, un mito y un misterio,
una expresión de lo inexpresable, un indicio, una sugerencia. A veces
es un lugar solo en nuestra imaginación, otra veces apenas una vaga
noción romántica.
Sin embargo, en algunas ocasiones, luego de un largo viaje, de un
peregrinar por un gran paisaje, a veces después de cruzar un paso para
descubrir a lo lejos un valle escondido, o mirar cómo desaparece un
río turquesa tras un barranco inexplorado, o presenciar atónito cómo
los vientos antárticos dejan al descubierto de golpe, una cordillera
entera, a veces, en esos momentos especiales, el sur se convierte en
un lugar muy real, y deja de ser una fantasía.
El sur es un lugar real. Su otro nombre es Patagonia. Su nombre
secreto no se deletrea, pero se revela en una rica colección de fiordos
y bosques, ventisqueros y lagos glaciales, vientos que pulen los cielos
y barren las pampas, un espacio casi salvaje habitado por pocas
personas y muchas sorpresas.
Este es el sur, este es la Patagonia de la cual Linde Waidhofer y yo
nos enamoramos en nuestro primer viaje al sur de Chile en el 2002.
Y no es exageración. Después de un mes viajando por la Patagonia
central chilena, por la región de Aysén, nos fuimos, prometiendo
volver lo antes posible, preguntándonos a nosotros mismos por qué
nos íbamos, dejando atrás el paisaje más bello que nunca habíamos
visto, después de un otoño espectacular de gran colorido, dejando
atrás nuevos lugares y nuevos amigos. Ha sido fácil volver cada año
y cada vez por más tiempo; ha sido fácil pensar que la Patagonia es
nuestro segundo hogar y fácil también compartir nuestra pasión y
celebrar uno de los últimos lugares perfectos de nuestro planeta
Asi comienza este bello aporte, de verdad que es imperdible.
Es una lástima Laura que no puedas abrirlo, te pierdes
un contenido interesante con unas imágenes maravillosas